Viajaron desde Oslo al Parque Nacional de Jotunheimen, que en noruego significa "Hogar de los Gigantes". El paisaje allí es increíblemente bello, las montañas son escarpadas y los campos son hermosos, llenos de flores.

La familia encontró un buen lugar para aparcar. Desde el vehículo tenían una vista de la montaña Bitihorn. A primera hora de la mañana, se subieron a sus bicicletas y se dirigieron al punto de partida cercano para subir a la cima. "Más de cuatro horas después, desde la cima del Bitihorn, podíamos ver nuestra pequeña casa al pie de la montaña", dice Maaike.

Desde su nuevo hogar sólo había 15 kilómetros hasta un pequeño pueblo donde podían hacer sus compras semanales. Era un hermoso paseo en bicicleta, que recorrían sin esfuerzo de bajada hasta la tienda y por el que volvían sudando un poco más en la subida, cargados con la perra, las niñas y la compra.

"Un día nos vimos rodeados por un rebaño de vacas", recuerda Maaike. "Y se dejaban acariciar. Un poco más tarde, los propietarios, Bjorn y Erica, se presentaron para ver cómo estaban sus vacas. Nos pusimos a charlar y, antes de darnos cuenta, ya nos habían invitado a cenar"

La familia permaneció allí durante tres semanas. "Era un lugar ideal que lo tenía todo a su favor: una naturaleza hermosa, un entorno agreste, contacto social y el lugar de trabajo perfecto"

Durante el invierno pasaron tres meses en diferentes lugares de Suecia, principalmente en la Laponia sueca. Cada día madrugaban para sacudirse el frío fuera de la casa, recoger leña, derretir la nieve e ir a esquiar. Un auténtico estilo de vida sencillo.

Las temperaturas oscilaban entre los -10˚ y los -18˚C durante el día y por la noche bajaban a una media de -24˚C hasta mínimos de -34˚C.

"Fenna, Alba e Isolde se pasaron todo el invierno durmiendo en el tejado, en la tienda desplegable", dice Maaike. "La aislamos por dentro y le pusimos una cubierta por fuera y con eso estaban perfectas. No pasaron frío en ningún momento."

La familia Zuijderwijk/Vergouwe encontró un lugar libre de nieve justo al lado de una manada de renos, cuyos propietarios, Magnus y Åke, su padre, no tardaron en darse a conocer. "Se alegraron bastante de que hubiéramos aparcado en su territorio", explica Daan, "ya que también podíamos vigilar sus renos. Mientras estuviéramos allí, los renos se mantendrían alejados de la carretera que había cerca".

Durante las semanas siguientes, Magnus tenía que trasladar a sus 1.500 renos en un gran remolque hasta donde podía llegar la camioneta, llevando a 200 de ellos por trayecto. Luego tenía que llevarlos más lejos, a las montañas, con una moto de nieve. Daan, Maaike y sus hijas tuvieron la oportunidad de acompañar a Magnus en su viaje.

"Para nosotros poder conocer ese impenetrable paisaje lunar, que también era el hogar de Magnus, fue una experiencia que nunca olvidaremos", recuerda Maaike. "Pudimos estar muy cerca de los renos y los llevamos a un lugar donde reina el silencio total, lejos del contacto humano"

Entonces el sol empezó a calentar más y las carreteras se despejaron de nieve. Este era el momento que habían estado esperando durante todo el invierno: por fin, Daan y su familia podían volver a subirse a sus bicis y sentir el aire fresco en su cabello.

Había llegado el momento de continuar su viaje.

La extensa región de Gotland incluye bosques de coníferas y de hoja caduca, largas playas, impresionantes cuevas de estalactitas y formaciones rocosas. Daan, el artista, ansiaba explorarlo todo.

Llegaron allí en mayo, la primavera se puso en marcha y a continuación lo hizo el verano. "Disfrutamos mucho de la naturaleza en su esplendor", recuerda Maaike. "Era hermoso observar cómo los árboles volvían a tener hojas verdes y las flores empezaban a florecer"

La familia eligió varios lugares de la isla en los que permanecer durante un periodo de tiempo más largo. Aparcaban la camioneta y vivían y trabajaban en cada lugar durante unas semanas.

"Las pequeñas carreteras rurales sin demasiado tráfico hacían de Gotland la isla perfecta para el ciclismo. Una vez a la semana recogíamos a toda la familia – dos niñas en una Load y otra niña y la perra en la otra – y nos íbamos a hacer la compra", cuenta Maaike.

Y al igual que la camioneta reconvertida en casa rodante, la familia circulando en dos Loads era la máxima atracción de la isla.

"Hubo un lugar que se convirtió en uno de nuestros destinos predilectos hasta la fecha", recuerda Daan. "Estaba en la costa este de Gotland, un territorio bastante agreste y rocoso. Había un bosque cerca que nos proporcionaba leña y albergaba todo tipo de flores y animales. Disfrutamos al máximo de nuestra vida sin conexión a la red. El buen tiempo cargaba las baterías cada día. Hicimos muchas excursiones educativas por la naturaleza con nuestras hijas y dimos largos paseos en bicicleta."

Daan instaló su espacio de trabajo a sólo 50 metros de la mobil home. Y la vida simplemente fluía, viviendo y trabajando en un lugar hermoso e inspirador en la naturaleza.