¿Que no funciona? ¡Claro que funciona! Moverse con una Cargo-Bike por el campo
13.09.2024 | Mobility
Las bicicletas de carga se han convertido en parte integrante de la movilidad urbana. En las zonas rurales y ciudades pequeñas, en cambio, es (todavía) raro ver alguna. De ahí que sus detractores se burlen de ellas afirmando que solo son un símbolo de estatus de urbanitas acomodados. Pero para Thomas y sus dos hijas, es precisamente en el campo donde una bicicleta de carga despliega todas sus virtudes.
«Puedo llevaros sin problemas si no tenéis coche. Así no tenéis que ir en bici.» El entrenador de fútbol de mis hijas me mira con cierta cara de asombro e incredulidad. Le acabo de decir que llevaré a mis hijas al torneo que se juega el próximo fin de semana en bicicleta.
Su reacción me arranca una sonrisa; no es la primera vez que la veo... En la zona rural donde vivo, para mucha gente es inimaginable utilizar la bicicleta como vehículo de diario.
Tras unos años viviendo en Múnich y Göttingen, hace un par de años decidimos trasladamos aquí, al norte del Alto Palatinado. Pero mientras que en las grandes ciudades es muy habitual ver bicicletas de carga con niños montados camino del colegio, aquí todavía es una rareza.
Cuando la gente me ve con mi Multitinker de Riese & Müller, me consideran algo exótico.
Las Cargo-Bikes están hechas para el campo
A pesar de ello, la bicicleta desempeña un papel muy importante en nuestra región. Con dos grandes fabricantes de bicicletas presentes en la comarca, la industria de la bicicleta es un factor económico clave para la región, que con sus abundantes bosques y lagos atrae además a muchos amantes del cicloturismo. Las vías verdes están muy concurridas los fines de semana, y la cantidad de bicicletas eléctricas de altas prestaciones que circulan por ellas es muy elevada.
La cosa cambia en los días de diario. Todas las mañanas una gran cantidad de coches se amontonan frente a colegios y guarderías para dejar a los niños. Pueden verse algunas bicicletas convencionales y E-Bikes, pero ni rastro de bicicletas de carga. El coche sigue siendo aquí la primera opción para los desplazamientos diarios.
Sin embargo, en el campo una bicicleta de carga puede ser incluso más útil que en una ciudad. Las distancias son muy cortas y casi todos los sitios a los que uno se desplaza a diario se encuentran dentro de un radio máximo de entre cinco y diez kilómetros. Además, aparcar es mucho más fácil que en una gran ciudad. La mayoría de las casas tienen un garaje lo suficientemente grande como para guardar una bicicleta de carga; y si hay un coche aparcado siempre se puede recurrir a la caseta del jardín o a un cobertizo. Hay menos tráfico y menos semáforos, por lo que circular en bicicleta es mucho más relajado y menos cansado, ya que no tienes que estar constantemente parando y arrancando en cada esquina.
Además, en nuestra zona tenemos una amplia red de vías verdes y carriles bici muy anchos que comunica perfectamente todos los pueblos de la región. Incluso dentro de estos pueblos, los arcenes son más anchos y no se encuentran ni de lejos tan disputados como en las grandes ciudades. Lo digo como lo veo: las Cargo-Bikes están hechas para el campo.
Un día ideal para hacer una excursión
Es un domingo por la mañana de principios de junio cuando partimos hacia el torneo de fútbol. El recorrido no llega a 20 kilómetros por trayecto y discurre en su mayor parte por carreteras secundarias asfaltadas y carriles bici sin desnivel. Solo hay unos cientos de metros por pista forestal.
Hace un tiempo ideal para dar un paseo en bicicleta y jugar al fútbol: 20 grados centígrados, el cielo ligeramente nublado. Dejamos los chubasqueros en el armario. Varias aplicaciones nos indican que el trayecto dura aproximadamente una hora, aunque probablemente sea menos gracias a la asistencia electrónica de nuestra Multitinker. Mi mayor preocupación es si la batería aguantará todo el viaje, cargado con mis dos hijas y las bolsas de deporte. He podido comprobar que cuando voy muy cargado por el pueblo la bicicleta consume más batería de la que pensaba.
Por contra, la Multitinker es extremadamente fácil de manejar. El centro de gravedad bajo y las cubiertas anchas pero compactas de la casa Schwalbe garantizan un comportamiento de marcha tan ágil como estable, incluso por pistas de grava con la bicicleta totalmente cargada.
El motor Performance Line CX de Bosch combinado con un cambio Enviolo me proporciona una asistencia suave o potente, según prefiera. La mayoría de mis desplazamientos los hago en modo automático, es decir, el motor se adapta automáticamente a mi estilo de conducción y me proporciona el nivel de asistencia adecuado en cada momento. De esta forma no tienes que cambiar constantemente de modo de marcha. Además, el modo automático se puede configurar a través de la app y me permite desplazarme de forma relajada a 20-25 km/h.
Papá para el viento
Nada más arrancar, se levanta un viento fuerte e inusualmente frío. A pesar de ello, las niñas se sientan felices en el portaequipajes prolongado de la Multitinker. Las provisiones y las bolsas de deporte viajan en el remolque que hemos enganchado al cuadro de la bicicleta.
Nuestra pequeña excursión es un trabajo en equipo: yo me encargo de pedalear ida y vuelta para llevar a mis hijas al torneo, y ellas se encargan de darlo todo en el campo. De esta forma toda la familia se mueve. Al cabo de unos minutos ya hemos dejado el pueblo atrás y nos dirigimos hacia el oeste por el carril bici. El viento silba fuerte y empiezo a coger frío.
A mis pasajeras, en cambio, parece no molestarles mucho. «Papá, ¡estás parando todo el viento!», me responden cuando les pregunto si tienen frío. Entonces recuerdo que me he dejado en casa unas chaquetas que tenía preparadas. Ya es demasiado tarde para volver a por ellas, pero seguro que encontraremos una solución para la vuelta si empieza a refrescar más...
Unos comienzos algo accidentados
El tiempo pasa volando. Tras algo menos de 25 minutos ya hemos llegado al siguiente pueblo grande y completado la mitad del camino. Decidimos hacer una pequeña parada de avituallamiento.
Ahora me siento muy seguro circulando con mis dos hijas, pero hace medio año no era así. Los primeros metros que recorrimos con nuestra Cargo-Bike fueron algo accidentados. Cada vez que arrancaba la bici, sentía que necesitaba todo el ancho de la carretera, porque no paraba de derrapar e ir de un lado a otro.
Además, cada movimiento inesperado de las niñas me asustaba. Entretanto, sin embargo, hemos ido perfeccionando nuestra técnica y ahora formamos un gran equipo. «¿Todo despejado a la izquierda?», les pregunto. «¡Sííí!», me responden entusiasmadas, «¡Ya puedes girar, papá!».
Una Cargo-Bike para ir a entrenar
Por el camino pasamos por campos de cereales y jugamos a adivinar qué cereales son. Desde la bicicleta podemos distinguir fácilmente entre el centeno, la cebada y el trigo. ¿O es espelta?
No me da mucho tiempo a pensar en la respuesta porque, después de 50 minutos escasos, llegamos a nuestro destino. Hay ya muchos coches aparcados alrededor del campo de fútbol y muchos más intentando encontrar aparcamiento. Nosotros, en cambio, vamos directamente a la entrada y aparcamos la bici a la primera.
El fútbol, por cierto, fue la razón por la que empezamos a estudiar el tema de las bicicletas de carga y, en particular, la Multitinker. Hasta hace poco, las niñas iban siempre sentadas en el remolque. Pero nuestra hija mayor se ha hecho ya demasiado mayor para viajar en él. Y coger su bicicleta para ir al campo donde entrena, a unos tres kilómetros de casa, tampoco es una opción, porque acaba el entrenamiento agotada.
Así que, como los niños mayores de siete años pueden viajar en el portaequipajes de la Multitinker —de hecho, hay espacio incluso para dos niños—, nuestra Cargo-Bike sigue siendo una pieza clave para garantizar la movilidad verde de la familia. A mí también me va muy bien, porque cuando no llevo a las niñas puedo transportar sin problemas mi monumental bolsa de deportes para ir a entrenar.
Una bicicleta que da mucho que hablar
Cuando empecé a circular con mi Cargo-Bike no podía imaginarme que rápidamente me convertiría en la comidilla del pueblo. Por todas partes me paran para preguntarme por «esta bicicleta tan chula». Incluso otros ciclistas. Ir a por el pan el sábado por la mañana se puede convertir en toda una excursión.
Aunque me sorprende tanto interés, esto confirma mi teoría de que las bicicletas de carga tienen mucho potencial, sobre todo en las zonas rurales. Durante el torneo de fútbol también me bombardean a preguntas. Cuando les digo que mi bicicleta tiene incluso luz larga —de Busch & Müller—, la gente se ríe entre sorprendida y divertida. No se imaginan lo útil que es esta función cuando llega el otoño y el invierno y tienes que circular por calzadas sin iluminar.
Y con la protección contra la intemperie que ofrece ahora Riese & Müller, la verdad es que la Cargo-Bike se convierte en una alternativa al coche durante todo el año. Es verdad que el precio de entrada de una bicicleta como la nuestra asusta un poco, pero si lo comparo con el coste que supondría comprar y mantener un segundo coche, encuentro que es una buena inversión.
Y la modalidad de alquiler que también ofrece Riese & Müller a través de su Bike Abo y que te permite disfrutar de una de sus bicicletas a partir de 100 euros al mes es también muy atractiva. Igual que la posibilidad de tenerla como vehículo de empresa. A lo mejor un sistema de alquiler como este anime a más personas a cambiar su forma de moverse y buscar medios de transporte alternativos al coche.
Disfrutar de la naturaleza en lugar de estresarse con el coche
Unas cuatro horas más tarde, el torneo de fútbol ha terminado y nos preparamos para emprender el camino de regreso a casa. Antes de irnos, escuchamos aún algunos comentarios y recibimos varias ofertas para llevar «al menos» a las niñas en coche a casa. Pero gracias a los bratwursts y pasteles que acabamos de comer, las pasajeras han recuperado fuerzas y están con ganas de emprender el camino de vuelta.
Dado que, efectivamente, ha refrescado algo más, la pequeña decide volver en el remolque. Aquí queda todavía más protegida del viento. Para la mayor, pedimos prestada una chaqueta a un amigo. Cuando dejamos el pueblo atrás, nos damos cuenta de que el viento ha amainado un poco y de que, además, lo tenemos de cola.
A pesar de ello, el camino de regreso se hace más largo que el de ida. Las niñas quieren recoger algunas muestras de cereales, y también nos paramos a observar cómo un busardo ratonero intenta cazar su cena. Poco antes de llegar, todavía se nos cruza una familia de cisnes blancos con cinco polluelos en línea; cinco bolitas grises de pelusa que nos dejan fascinados.
Si hubiéramos ido en coche no habríamos podido observarlos tan bien; de hecho, probablemente habríamos pasado de largo. Mis preocupaciones acerca de la batería también resultan ser completamente infundadas. Cuando llegamos a casa después de una distancia total recorrida de unos 38 kilómetros y una duración total del viaje de alrededor de 2 horas, el nivel de carga sigue siendo del 50 por ciento.